Tasha Sturm, profesora del Colegio Cabrillo, California, EE.UU., explica a sus estudiantes de la forma más visual posible la importancia de lavarse las manos al regresar de la calle. Para ello, inmortalizó la huella bacteriológica de la mano de su hijo de ocho años y medio.
Según Sturm explica en una entrada en Microbe World —el portal de la Sociedad Estadounidense de Microbiología—, donde también publicó la impresionante foto, la imagen fue tomada después de que el niño hubiera estado jugando en la calle...
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Para conseguirla, la científica usó una placa de Petri, un típico recipiente redondo de cristal que sirve en microbiología para cultivar células u observar la germinación de las semillas. Tomó la placa estéril y agar tripticasa de soja, utilizado para el cultivo de bacterias, y presionó suavemente los dedos y la palma de su hijo para que hicieran contacto con el agar.
Luego, cubrió la placa y la colocó en una incubadora a la temperatura del cuerpo humano (unos 37 grados) durante un día, aunque dice que también se puede dejar de esta manera 48 horas. A continuación dejó la placa a temperatura ambiente (unos 22 grados) durante unos días más.